sábado, 21 de agosto de 2010

"Ninguna tolerancia con Frankenstein"

Eterna es la historia del monstruo de Frankenstein. Eterna y perfectamente aplicable a la vida real.
El doctor Frankenstein juega con la vida y la muerte, creando un ser a base de cadáveres. Y le proporciona vida, un alma. La criatura, debido a su diferente y extraño aspecto, es rechazada brutalmente por la sociedad. Y por culpa de ese rechazo se acaba transformando en lo que las personas creían que era: un monstruo. Por lo que, una vez con aspecto y actitud de monstruo, será odiado y perseguido por la sociedad.
Se puede decir que los humanos detestan aquello que ellos mismos han creado debido a su temor por lo diferente. Pero no se detendrán a reflexionar qué ha llevado a esa criatura ha comportarse de semejante modo (o sea, a matar), sino que se encargaran de eliminarle porque a fin de cuentas es un monstruo.
En nuestra sociedad ocurre lo mismo. La querida burguesía media devora todo lo que no sea como ellos y sus principios, desde los homosexuales hasta, porqué no, los protestantes evangélicos.
Y por no hablar solo de grupos genéricos, también va detrás de individuos. Los ataca, hace que ellos se defienden, los convierten en monstruos y luego los rematan. Como con el caso del toro de Tafalla, Navarra. Primero lo irritan, el animal salta a las gradas, ataca a personas y luego la gente se encarga de atarle y asesinarle a sangre fría.
Si la sociedad no fuese haciendo monstruos a base de rechazo esto no pasaría.